lunes, 28 de marzo de 2016

Boom

La ciudad se oscurece

y las calles tiemblan. 

El aire se tiñe de gris pesadilla, 

de la que antes era la ciudad que brilla.

El miedo pide a gritos

que cesen las muertes.

De hermanos, amigos,

de personas inocentes.

domingo, 27 de marzo de 2016

Arcenera

Una vez conocí a una muchacha que era de la carretera. Del arcén de la carretera. Vivía yendo y viniendo de un lugar a otro por los arcenes de la carretera. Me dijo que se los conocía todos, tenía 22 años y por supuesto no la creí, pero acabó sorprendiéndome con su historia. Me relató su encuentro con Elvis, cuando se le quedó el coche tirado en la carretera de Las Vegas a Nuevo México. Cómo vio a Madonna parar para que su hija vomitara en algún lugar de la carretera hacia Nueva York. Una vez vio pasar a Michael Jackson a toda velocidad por su arcén, dice que la miró, pero ya estaba oficialmente muerto, y ella con un Whisky Tejano en la mano. También a raíz de ello me contó que en Texas hacen el mejor Whisky a pesar de que dicen que es en Escocia, pero esa es otra historia. Me relató su historia de amor fugaz con un muchacho en Nevada, sin embargo eso fue en un hotel de carretera, esa no cuenta. Cierta vez que entró en una tienda de ropa de segunda mano en una carretera de Indiana, fue testigo de un atraco, no le dio importancia, gajes del oficio. Vivió una temporada con una familia en un rancho de California, y un mes estuvo viajando por sus queridos arcenes con una familia de Comanches, ellos buscaban un hogar, ella vivía evitándolo. Pasó una vez por Tennessee y vio como un hijo de puta pegaba a su mujer. Le pegó un botellazo en la cabeza y tras saludarla con un leve movimiento de cabeza y sombrero, prosiguió su camino. Le pregunté si no había salido de Estados Unidos, y me contó que sólo una vez de pequeña, y se quedó huérfana en ese desafortunado viaje. A parte de ese pequeño mal recuerdo, no hay carreteras que crucen los océanos todavía, cuando las haya, seguirá esos arcenes también. Mientras tanto, se contenta con los Estados Unidos, desde luego no es un territorio pequeño. También me contó que conoció a un hombre en una cafetería en la carretera de Louisiana que la invitó a un café a cambio de una buena historia. Cuando acabó, se terminó el café y me deseó buen viaje. Siempre me pregunté si decía la verdad o sólo quería el café, pero yo le pedí una buena historia, y ella me la dio sin lugar a dudas. Buen viaje, arcenera. Nunca me dijo su nombre, pero yo tampoco se lo pregunté y eso nos bastó a los dos.