domingo, 23 de marzo de 2014

El mundo al revés.

Érase una vez un mundo al revés, érase un hielo que abrasaba, un fuego helador, una fuente que la lluvia absorbía, un extintor que incendiaba y una cerilla que mojaba, érase una puerta apagada y una luz cerrada, un niño sentado en una mesa y una silla sentada en un niño. Érase una vez un avión acuático y un submarino volador, un coche con esquís y una moto-nieve con ruedas, érase un hombre gruñón muy simpático, una bruja buena, un príncipe malo, una princesa fea, un lobo niñera. Érase un lápiz que borraba y una goma que escribía, érase un simpático sicario y un payaso asesino, una monja guarra, una prostituta virgen. Érase un calvo con peine y un muñeco de nieve con frío. Érase una vez unas rayas redondeadas y unos puntos alargados, una trenza lisa, un sombrero plano. Érase una suma restada y una resta sumada. Érase una voz dormida, un sueño realista, unas orejas que hablaban, una boca que veía y unos ojos que escuchaban. Érase un gordo delgado y una anoréxica obesa, érase un suicida feliz y una niña muerta, érase una rubia lista, una científica retrasada. Érase una fresa amarga y un limón dulce, una amiga bruja, y un ex, príncipe. Érase una pared transparente y un vaso de hormigón, un plato de arena, una playa de cristal, érase el agua sólida, la piedra líquida, un hombre en una jaula al que alimentar. Un enchufe que da caricias, una mano que te va a electrocutar, una lengua seca y un desierto inundado. Una selva deforestada y una habitación llena de plantas. Érase un examen suspendido, un profesor ausente, permanente. Un estuche vacío y un bolígrafo gastado que escribe. Érase una vez una piscina salada, un mar dulce, una aspiradora que no abduce, una basura con olor a chuche. Érase un problema sin solución y un buen estudiante problemático. Érase una jirafa cuellicorta y un león vegetariano ... Y érase también un mal amigo y un amigable enemigo. Érase el mundo y luego, yo.