jueves, 20 de junio de 2019

Blanco y negro

Hace poco una persona me dijo que una de las grandes dicotomías del ser humano, en su opinión, es Si prefiere el blanco o el negro.
Puede parecer una cuestión intrascendente, o infantil (yo misma lo creí por un momento y me reí en silencio mientras veía que seguía escribiendo), pero me lo desarrolló un poco más.
Habló de taoísmo, del ying y el yang, las dos fuerzas opuestas pero que se complementan la una a la otra.
Entendí la referencia, pero manifesté mi preferencia por el negro, e irónicamente, por un segundo, me quedé en blanco.

Después dejé de pensar y solo sentí el negro.
Vi que es un color vacío, pero a su vez lleno de todo. Puede parecer un hueco sin nada, que da miedo porque no se ve que hay...
Esta persona me dijo, No te despierta sombra? Y pensé, Qué es la sombra? Sino otro tipo de luz diferente? Y pensé en un eclipse. Cuando hay un eclipse (solar) se dice que va a dar sombra, pero yo creo que nos permite ver las cosas con otra luz, una que deja ver mucho más que la usual. Y que hay cosas cosas que con la oscuridad se ven mucho más claras, curiosamente.

El blanco descubrí que me resulta incómodo, no me di ni cuenta y ya lo sabía. es un color que lo expone todo, no deja nada a la imaginación ni guarda ningún secreto, y para mí eso hace que se pierda todo el misterio de las cosas.

Y por eso he decidido escribir hoy, porque quiero seguir encontrando ese misterio en las cosas, en la gente, y dejarme fluir... En negro.

jueves, 6 de junio de 2019

Estoy enfadada.

Sí, estoy enfadada contigo, por no valorar lo que tienes delante de ti.
Y no hablo (solo) de mí, sino de todo a tu alrededor.
No valoras el tiempo que te dedican las personas a tu alrededor.
No valoras el aire que respiras, el agua que bebes, la tierra que pisas.
Tampoco estás valorando que tu mascota se acerque a ti en busca de un poco de cariño en tus protectores brazos.
O el calor que da el sol en tu piel cuando ya está atardeciendo y no quema.
Ni las gotas de lluvia que ruedan por tu cara, por tu pelo, hasta resbalar de tus dedos en caída libre al suelo.
Tampoco la comida que te llevas a la boca cuando tu estómago lleva mucho exigiéndola.
Creo que no valoras el piar de los pájaros cuando estás tumbada en un césped rodeada de árboles, sonido que omites por costumbre, pero que si te paras a escuchar es hermosísimo.
No pareces valorar los besos, los abrazos, las caricias que pueda darte mientras nos recostamos en cualquier superficie a hablar sobre cualquier asunto.
Ni los te quieros que arrancas de las personas que te los dedican.
Aún sin recibirlos de vuelta.
No valoras los orgasmos, los gritos, los llantos, las carcajadas y los gemidos. Los insultos, los apelativos cariñosos, las palabras de consuelo o de ánimo.
Pero sobre todo no valoras tu vida.
No valoras la suerte que tiene una persona como tu de estar VIVA, de estar AQUÍ y AHORA y de poder disfrutar de todo lo que tienes a tu alcance.

Por favor, valóralo.

Y no dudes, haz lo que sientas sin pensarlo tanto, valora que tienes la posibilidad de hacerlo.
Vive, ríe, come, canta, folla, bebe, respira, grita, ama, demuéstralo. Y sonríe. Porque estás viva y aún puedes hacerlo todo otra vez.

Valoralo, valórate, valorame.