viernes, 17 de abril de 2020

la noche del 18 de octubre.

En esos 15 minutos me hizo temblar, sonreír, enamorarme y volver a este prisma.

Todo comenzó con "Tengo muchas ganas de besarte". Y mis mejillas ardían.

Los primeros 5 me volvió loca de ganas, sabéis lo que es temblar por la energía contenida en tu cuerpo? El pulso echándose una carrera con la respiración a la velocidad de la luz. Aunque poca luz había, y ni falta que hacía.

Después me preguntó si esto estaba bien, si deberíamos dejarnos ir, si nos arrepentiríamos. No supe responderle más que solo lo sabríamos haciendolo. Me podía su mirada contra mi razón. 

Los próximos 5 nos dedicamos a retarnos con la mirada. A veces se nos iba para otra parte pero volvíamos siempre mirada contra mirada. En momentos sonrientes, en momentos con más seriedad e intención. Pero os juro que nunca 5 minutos se me habían hecho tan íntimos, tan intensos, tan abrasadores, pero a la vez tan tímidos.

Hasta que me cansé de mirarle a medio metro de distancia y le di un tironcito que respondió con uno mas fuerte con el que acabé frente a frente.

10 minutos de roces, de caricias, de oler el perfume de su cuello, rozar la suavidad de su piel y pelo. Y cuando creía que ibamos a limitarnos a sentirnos, nos besamos. Y entendí por qué me había preguntado si deberíamos dejarnos ir. Porque era mucho, era demasiado. Demasiado bueno. Y no sé si estábamos listas. 

Aún hoy, meses después de todo aquello, dudo si lo estábamos. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario